Mujeres
y hombres. Viejos y jóvenes. Casados, solteros, divorciados, viudos.
Artistas, universitarios, otros trabajadores. Tan juntos y tan solos.
Una buena muestra de lo absurdo humano que coincide, uno tras otro, en
un mismo lugar.
EL
lugar. Cada uno arriba con su “valija” personal, frontera que es a la
vez límite, señal de tránsito y porosidad. Son muchos y el espacio es
chico: el conflicto, convidado de piedra, no tarda en estallar. No hay
lugar para todos en este mundo/urbe/lugar. Y el hombre es el lobo del
hombre.
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